domingo, 7 de diciembre de 2008

Sociedad Anónima

En estos tiempos en los que la tienda de ultramarinos, los Vegés, los Spar, Gay, las tascas y peluquerías de toda la vida, ... han sido arrinconadas por los Mercadonas, Corte Inglés, Starbucks, Marco Aldany, Zara, Canterbury, ... y si te llevan a una ciudad con los ojos cerrados y te sueltan en el centro no sabes dónde estás porque ves los mismos comercios, las mismas franquicias, los mismos anuncios y casi a la misma gente (debe ser eso de la globalización); y en todas estas grandes empresas sólo se habla de objetivos, marketing, management,... me pregunto cómo se aplicaría todo esto a una institución como por ejemplo la Iglesia.

Organizativamente, está claro que el Papa sería el Presidente, Consejero Delegado, perdón, habría que decir CEO que queda más rumboso siempre en inglés; y por supuesto los HeadQuarters (Sede Central) en el Vaticano. El consejo de Administración serían los Obispos. Habría que decidir el tipo de desarrollo de la empresa, si se hace en plan franquicias o con delegaciones propias de la casa matriz. Evidentemente tendría que haber unos estándares mínimos para 'poner' una iglesia. Por supuesto cada delegación nacional podría adaptarse a las singularidades propias del territorio y del entorno del punto de servicio (no se va a exigir un templo románico en Estados Unidos y un fresco de Goya o Miguel Ángel en cualquier plaza), pero habría que dar una imagen de marca global y para eso por ejemplo, todo el personal debería llevar una tarjeta identificativa con su nombre y el logo de la compañía, la cruz. Habría que exigir un mínimo de aparcamientos (incluidos para minusválidos), identificación exterior (torre de al menos 40 metros de altura, siempre de acuerdo con la legislación local), campanas que se escuchen al menos 3 kilómetros a la redonda, ... La iglesias también deberían contar con bancos ergonómicos para que los asistentes estuvieran cómodos, zona infantil para los pequeños, sonido dolby sorround, servicios, sala de espera (con máquina de refrescos, TV de plasma con TDT, zona WIFI...) y dependiendo del tipo de suelo, moqueta con los colores corporativos.

¿Y si hablamos de los objetivos? ¿Cómo se fijarían? ¿Por el número de asistentes, de comulgantes, de bodas, ...? Ya me imagino el arzobispo mandando un correo con una hoja excel al cura diciendo: Objetivo del trimestre: 70% de tráfico de exposición, 1500 euros de cestillas, 20 confesiones y 3 ceremonias 'especiales'. Estas ceremonias serían bodas, bautizos, comuniones... que como todo el mundo sabe tienen mucha estacionalidad y por eso los meses fuertes serían de abril hasta el Pilar. Claro que para llevar ese control, habría que instalar tornos en la entrada.

La consecución de los objetivos supondría por supuesto el cobro de unos rapeles económicos.

Para el logro de estos objetivos, el primer paso es tener buenos empleados, por lo que los sacerdotes deberían haber pasado una ciclo de cursos impartido por la marca y el compromiso de la formación continua. También habría incentivos para los mejores: viajes a Jerusalén, al Vaticano, bulas,... y proyección dentro de la organización.

También estaría la publicidad, toda iglesia tendría que hacer una inversión en publicidad en medios locales, buzoneo (siempre dentro de la zona de cada uno, pues no habría que hacerse competencia directa entro dos parroquias). Podría ser: Hoy a las doce, gran misa con D...., con la intervención estelar del Vicario ... directamente desde Roma, y con las voces del Coro de Viena...

Habría que crear bases de datos con los asistentes y dar condiciones especiales para fidelizar a la gente, a las familias que acudan juntas trato especial, dos por uno (el que celebre el bautizo y la comunión en la misma parroquia, gratis la boda...)

Aparte de ésto, la propaganda vendría apoyada por campañas hechas a nivel nacional.


En fin, voy a para que estoy escribieno muchas tonterías, porque no son más que tonterías (espero que con alguna gracia), y nadie se sienta ofendido, que yo en el fondo también soy católico aunque poco practicante y en la Iglesia, como en todos los sitios habrá de todo, pero hay que reconocer y más en estos tiempos de crisis, que hace también una gran labor social.

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