jueves, 15 de enero de 2009

Numbers

Hay una serie de televisión en la que los protagonistas son dos hermanos, uno es del FBI y el otro es profesor universitario de matemáticas. Éste último le ayuda a resolver los crímenes basándose en teorías y algoritmos matemáticos, en definitiva en números.

Yo no estoy para muchos teoremas ni razonamientos, pero lo que está claro es que estamos rodeados de números, claves y códigos, y estamos totalmente fichados.

Por ejemplo, hoy mismo: te suena el despertador temprano y aparte de desayunar y visitar el reino de Roca y sus amigos, antes de salir de casa, a enchufar el móvil; para ello tienes que introducir el PIN, ya no hablo del PUK (que no sé para qué vale) y del IMEI, que es eso que deberías saber por si te roban el móvil pero que seguro no lo encontrarás si te hace falta.
Luego coges el autobus, que hay que usar el transporte público para no contaminar y no congestionar el tráfico (el coche particular contamina y ralentiza la circulación, a no ser que transporte al concejal de turno; esto es debido a que dichos coches son full equipe: llevan chófer incorporado y dos motos delante abriendo paso). Después de enseñarle al conductor el bono anual y tu media hora de atasco, llegas al trabajo el primero, así que tienes que meter el código de la alarma. Metes la combinación... y ¡suerte! no empieza a pitar el aparato.

Ya estás en tu puesto y lo primero... encender los radiadores porque hace un frío que pela. Ya puedes fichar y metes tu tarjeta y número de empleado y a empezar la jornada laboral.

Enchufas el ordenador, usuario de windows y clave. Vamos a mirar cómo van los saldos de los bancos. Mete CIF, usuario, clave código y ... ¡qué pasa! ¡un virus! ¡está toda pantalla roja! ¡Uf! Menos mal, falsa alarma, sólo son número rojos. Repetimos la operación con las cincuenta entidades financieras de las que somos clientes, con sus diferentes claves. Hay días que te quedas en blanco y ni se te ocurren los dígitos para entrar. Serán los años. Menos mal que sólo puedes consultar, que si no, más claves, tarjetas de esas que parecen calendarios...

Ahora vamos a mirar el correo del trabajo. Dirección de correo y login. Está tranquila la cosa, sólo un par de correos de Viagra y la famosa Canadian Pharmacy. Hoy no nos venden Rolex ni nos dan dinero para el Casino Online.
A ver si seguimos la racha y en la intranet no han colgado una circular con nocturnidad exigiendo un nuevo informe semanal importantísimo y obligatorio para pasarles a primera hora, pero que más que para ellos será bueno para nosotros porque tendremos más información y así lograremos satisfacer mejor a nuestros comunes clientes. Esto lo comprobamos después de meter la contraseña cuatro veces, porque de tan rápido y sin mirar que la quieres escribir te equivocas una vez detrás de otra.

Y así va pasando la mañana, haciendo facturas y contabilizando en el progama de gestión, en el que has entrado con usuario y clave también. Entre medio entraré en varias aplicaciones que tendrás sus contraseñas. Estas aplicaciones son distintas las unas de las otras, porque han externalizado algunos procesos. Bueno, me explico mejor, quería decir outsourcing..., vamos una contrata de toda la vida. Ahora todo se subcontrata: la limpieza, la informática, la publicidad, la facturación, ... , vamos hasta los empleados con las ETT.

También cae algún café, a Dios gracias, la máquina todavía funciona sólo echando el dinero y pulsando lo que quieres.

Acaba la jornada laboral y antes de ir a casa te pasas por la biblioteca a coger un libro (que has hecho este año el propósito de leer algo). El libro que querías no está disponible, bueno, coges un par de espías, a ver si tienen acción y pocas descripciones. Buscas el carné de la biblioteca en la cartera, te salen el del videoclub, el del gimnasio (que ya no te acuerdas la última vez que lo usaste pero que sigues pagando la cuota) y la tarjeta de fidelización del Carrefour. Ya está, lo has encontrado. Ahora a pasar los libros por el escaner. Pí Pí Pííííí, vuelva a intentarlo. Lo haces pero vuelve a pasar lo mismo. Ya sabes lo que toca. Te diriges al mostrador, en el que no hay nadie esperando y saludas. No te contestan y te miran con cara de perdonavidas porque le has interrumpido lo que estaba haciendo que es nada. Es posible hacer 'nada', es como cuando una mujer le pregunta a su pareja '¿en qué piensas?' y el contrario le dice 'en nada', 'en algo pensarás', pues no, el hombre tiene la capacidad de pensar en nada, ya lo decían los filósofos, es el nirvana. Bueno, ya tienes tus libros y ellos todos tus datos para que te multen cuando los devuelvas tarde. Sales de la biblioteca y saludas a la cámara de vigilancia. Hablando de multas, no se cómo no prohíben el préstamo de libros, estos de la SGAE cada día están más flojos.

Llegas a casa y casi antes de ponerte el pijama enchufas el ordenador para que se vaya calentando. No has tenido bastante ración en el trabajo que quieres más. Así que después de cenar te pones a ver el correo a ver que chorradas te han mandado. Más contraseñas, porque esa es la dirección de correo que usas. Luego tienes otras que te las acabarán cerrando porque nos las usas y cuando las ibas a usar ya no te acuerdas de las claves. Estas cuentas las has creado cuando te has registrado en alguna cosa y te piden que dejes una dirección de correo válida y pasas de dejar la que usas habitualmente. Bueno, otros lo hacen cuando chatean. Hablando de chatear, abres el messenger a ver qué amigos están conectados.

A la vez que estás hablando con alguno le das un vistazo al famoso Feisbu, a ver que han colgado los amigos. Lo de este invento es caso aparte. Eso parece Sodoma y Gomera, que diría alguna, te etiquetan fotos, te unes a grupos, te propone amigos que no conoces de nada... ya lo decía la canción: los amigos de amigas son mis amigos. Para hacerte 'socio', previamente has rellenado otro formulario, has aceptado los términos del contrato (casi mejor si están en inglés, como no los vas a leer no tienes remordimientos; que tire la primera piedra quien los lea) y has dado un correo, y otra clave. Madre mía, si casi no sabes qué poner. Te la tienes que apuntar por fuerza en algún sitio.
Sigues hablando por el messenger mientras decides crear un blog, que está de moda. Más cuentas y contraseñas. Me hace gracia también lo de 'elija una pregunta que le hagan por si no recuerda la clave', joder no te acuerdas de la clave que utilizas a menudo como para acordarte de la respuesta que pusiste. En fin ya vale por hoy, miro cómo voy en la clasificación de la Liga Fantástica y me voy a la cama.

Y al día siguiente la misma historia, sólo que coges tu coche porque tienes que hacer un recado, aunque tienes que llenar el depósito, que vas con la reserva. Paras en la estación de Cepsa que ya conoces y que hay un gasolinero como Dios manda, cuando el precio del carburante sea más barato si te lo echas tú, entonces me lo pensaré. Pago con la tarjeta de crédito, que no con la de débito (cada una con su clave) y le doy la tarjeta colorada de 'porque tú lo vales' ¡Perdón! que eso es lo de L'oreal, ésta es 'porque tú vuelves'. Antes de que firme el recibo ya me han mandado un sms al móvil avisando del cargo. No se les pasa una.

En fin que yo no doy más de sí, no puedo con más contraseñas. Tenían que inventar el 'clavero', algo así como un llavero pero de claves. Todas guardadas allí. Eso sí para acceder a él... una clave alfanumérica de cincuenta posiciones que el sistema calificara de segura.

Total que tanta seguridad para que estemos totalmente fichados con tanto carné y tarjeta. Cualquier día nos llamarán al móvil y nos dirán: Soy Giovanna y le llamo del Corte Inglés y le permitimos sugerirle que tenemos una oferta de calzoncillos, ya que hemos comprobado que no ha comprado ninguno en tres meses. Claro que hay gente que no usará nunca ese tipo de información privada, es Hacienda que nunca te recuerda para la declaración que tienes una hipoteca o una cuenta vivienda.

Ya termino, sólo espero no usar mucho la tarjeta del médico de la seguridad social (y del seguro particular) y no llegar a tener la tarjeta del paro.


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