martes, 20 de enero de 2009

Stansted - Alicante - Zaragoza

Este año se adelantaron las vacaciones y en el mes de Junio me fui con dos amigos más a Londres. Salida desde Zaragoza, vuelo con Ryanair y casi una semana para descubrir la capital inglesa. El avión aterriza en Stansted y para llegar a Londres tienes básicamente dos opciones: bus o tren. En el mismo aeropuerto de Zaragoza puedes comprar los billetes de autobus, cosa que hicimos, Terravision se llama la compañía, una low-cost de buses decía la publicidad. No pasa nada si no los compras en tierra porque en el mismo avión te los ofrecen, junto a los billetes de tren.

Vuelo sin contratiempos, equipaje sin perder y cogemos el autobus hasta la capital, donde nos deja en una céntrica calle.

En estos días nos pateamos Londres de cabo a rabo (eso estaba cantado, contando con el amigo traveller, el mejor gps humano conocido): Buckinham Palace, con su cambio de guardia, las Catedrales (la protestante y la católica), el Parlamento (con su famoso reloj), la Torre de Londres, la City, el Soho, Notting Hill, London Eye, Trafalgar Square (coronado de banderas españolas después de ganar a Italia en la Eurocopa y cantando Gibraltar español), barrio chino, Museo Británico, Museo de Cera, Westminster, Harrods, ... y sobre todo los parques Hyde Park, Kensington Gardens, Regent's Park, ... por nombrar algunos. La verdad que es envidiable la cantidad de verde que tienen allí. Me gustó todo, pero yo me quedo con los parques.

Hicimos cientos de kilómetros en metro, usamos el típico autobus rojo de dos plantas, cogimos un barco por el Támesis para llegar a Greenwich, el tren para ir hasta Cambridge, con sus colleges, ... vamos que nos cundió mucho. Como lo mío no son las descripciones, simplemente decir que disfrutamos de la capital inglesa. Me voy a centrar en la teóricas últimas horas en Londres.

Comimos el típico fish & chips (que todavía no lo habímos probado) en el típico pub inglés, con la típica cerveza y marcha al hotel para coger las maletas y de allí en metro para coger el bus que nos llevaría al aeropuerto de Stansted. En la comida hacemos el comentario de que no nos habíamos gastado excesivamente mucho en el viaje.

No íbamos mál de tiempo, pero la cosa no empezó bien porque no encontrábamos de dónde salían los autobuses. Después de preguntar a medio Londres lo hicimos, era una especie de estación, no en la misma calle que fue donde nos dejaron en la ida. Bueno, ya estábamos montados, un poco más justos de tiempo pero sin problemas.

Los problemas empezaron cuando arrancó el autobus. Viernes por la tarde, Londres, ... lo que lo ingleses llaman traffic jam (o algo así) Menudo atasco, casi una hora parados en el centro de Londres. El nerviosismo iba cundiendo en el autobus, preguntas la conductor (en español, que inglés conductor creo que es director de orquesta), comentarios entre la gente, ... Al final salimos a la autopista y se le 'anima' al chófer a que acelere. Hacíamos cálculos... la cosa iba muy justa. Algunos iban más tranquilos, los que no tenían que facturar o tenían hecho el checking por internet, ... entre ellos había un grupo de argentinas, de edad entre 40 y 45 años, que iban a Lérida. Muy superguays ellas, hablando de viajes, de perfumes, que si yo soy sólo de Channel número 5, que si mi marido me trajo otra y la cambié, ... uy que finassss.

Al final llegamos al aeropuerto. Salimos todos corriendo con las maletas por la terminal (y no es el aeropuerto de Zargoza, es bastante más grande), buscando el mostrador... Primero llegaron unos que eran de Logroño, y luego el resto. Ya habían cerrado. Empezamos a dar mal allí, que si el tráfico, ... y ¡vuelven a abril el mostrador para facturar! Facturan los primeros y dicen que se acabó, que ya está cerrado. Se arma la de Dios, una mujer empieza a gritar histérica que tiene que coger el avión, que la espera su hijo pequeño, ... que venga el manager, y viene... y dice closed.

Se van las esperanzas, el avión no lo cogemos. Nos ofrecen varias alternativas, ya para el día siguiente y si queremos podemos coger un avión que con destino... ¡Alicante! sale en breve. Cada uno hace lo que quiere. Nosotros tenemos diferencias de opiniones pero al final tomamos la decisión de ir a Alicante, baño en Benidorm y camino a Zaragoza. Llamada a casa: nada que estamos bien, pero que hemos perdido el avión y cogemos otro a Alicante. No dicen nada, pero deben flipar.

Nos encontramos a las argentinas, y nos dicen: 'chicos, ¿no habéis podido coger el avión? Nosotras también lo hemos perdido y encima esas hijas de puta sólo no hablan nada de español, sólo inglés.' Joer, cómo habían perdido el glamour, habían cambiado el channel por Eau d'Ete.

De todas, formas, en lo del inglés tienen razón, todo en inglés.

Nosotros a lo nuestro, previo pago de unas cuantas libras, y de que si estábamos seguros de que queríamos ir a Alicante (sabían algo de geografía, Zaragoza está lejos de Alicante), cambiamos billetes y facturamos rumbo a Alicante. Puerta 51. Después del preceptivo medio despelote (zapatillas, cinturones, móviles, relojes, ...) y si aún así pitabas, cacheo, pero todo muy profesional ...

Nos encaminamos a la puerta 51. Llegamos sin problemas, nos relajamos después de los nervios de perder un avión. Vamos haciendo tiempo. Parece que se retrasa un poco el vuelo. Nosotros mientras tanto nos reímos de los guiris: lo abrigados que iban , ya verían cuando llegaran a España, se tendrían que quitar todas los abrigos. La verdad, parecían todo extranjeros. Vemos que llega un avión, igual es el nuestro, aunque salen también con mucha manga larga. Al final abren la puerta y toca nuestro turno. Le damos los billetes y sorrrryyyyyyyyy éste vuelo es para Dublín!!!!!!!!!!!!!! La puerta correcta es la 52, justo enfrente, vamos corriendo... acababan de cerrarla, más sorrys. Habíamos estado más de media hora esperando en la fila de al lado, a menos de cinco metros de la buena. Habían cambiado la puerta de embarque entre la facturación y el camino hasta la puerta.

No hablamos, se nos queda cara de gilipollas. Nos miramos y callamos. Sensación de vacío, empezamos a caminar como zombis, y como otro camino es imposible, vamos hacia la terminal otra vez. Es como en las películas americanas cuando los astronautas van camino del transbordador espacial, con sus trajes, todo orgullosos, con las banderas, después de despedirse de la familia, por ese pasillo, sabiendo que van a cumplir una misión y van a salvar el planeta, ... pues justo todo lo contrario. Éramos muertos vivientes (y suicidas) porque íbamos en sentido contrario a todo el mundo. Y encima surge el comentario: y las maletas en Alicante. Aunque ese no era el problema más inmediato. Había que salir a la terminal otra vez, pero ¿cómo? Todo el mundo entraba por el control de seguridad y nosotros queríamos salir. Es como las puertas de incendios, que sólo se abren hacia afuera. Preguntamos y al final encontramos a una chica que trabajaba allí y era española. En que acaba de hacer unas cosas nos atiende y nos acompaña a cruzar la 'frontera', sólo nos dice no paséis por los arcos para que no piten. Los de seguridad no nos dicen nada. Mientras tanto nos comenta que nos habrían llamado por megafonía antes de cerrar la puerta varias veces y nos da una buena noticia, por motivos de seguridad, si el pasajero no sube al avión, ¡¡el equipaje tampoco!! Nos dice que vayamos al mostrador de Ryanair a informarnos. Le damos las gracias a la chica, que no me acuerdo como se llamaba.

Volvemos con nuestras amigas de Ryanair, menos mal que parece que han cambiado de turno, porque si no, se nos hubieran reído en las narices: ¿ya no váis a Alicante?

Nos comentan que hay ordenadores en el aeropuerto y podemos comprar otros vuelos, y también nos dan un papel con un mapa, no, no es el de la isla del tesoro, el premio son los equipajes. Los dos amigos van a buscar los ordenadores para ver qué vuelos hay a Zaragoza y comprarlos, yo al tema equipajes. Tengo que llegar a un telefóno y marcar un número que me habían dicho. Lo encuentro y marco. Me atiende una amable señorita, que debía hablar con acento irlándes, porque si no la hubiera entendido a la primera, jeje. Bueno al final, haciendo acopio de las horas de Opening y resto de cursos y de unos cuantos sorrys, me entero de que lo que quiere es que le diga el poste teléfonico en el que estoy, me dice que en un rato viene a buscarme. Ya estamos los tres amigos juntos, y todavía sin billetes, porque había problemas con los ordenadores. Viene la de Ryanair para acopañarnos a buscar el equipaje, pero como es zona restringida, a descalzarse, escáner y cacheo. Uno se va acostumbrando. Pasamos al lugar donde están las maletas y sorpresa, las nuestras no son las únicas (mal de muchos...) Nos crecemos y le contamos nuestras peripecias a la mujercilla que parecía simpática. Nos dice que allí tienes un dicho: la tercer es la buena. Le decimos que igual que en España. Al final estos bárbaros no son tan raros. Nos desea suerte.

Ya con nuestra maletas, volvemos a hacer fila al mostrador de Ryanair. Le contamos la historia, la tía seca, nos dice que no quiere saber nuestros problemas. Pues nada, le decimos que queremos tres billetes para Zaragoza para el siguiente vuelo y comenta que lo compremos por internet que nos saldrá algo más barato. Le contestamos que nos venda los billetes y calle (bueno eso sólo lo pensamos). Volvemos a abrir la cartera y hacer menos Low y más Cost el viaje. El vuelo sale el día siguiente por la tarde, tenemos casi 24 horas por delante y la noche entre medio. Otra llamada a casa: Hola, hola. ¿ya estáis en Alicante? No, es que... Justo les debe ir para no reírse.

Optamos por buscar un sitio para dormir. El aeropuerto está en medio... de la nada como todos los aeropuertos. En la puerta indicaban varios hoteles, el Hilton, ... por cuestiones obvias nos decidimos por un Holiday Inn. Desde el mismo aeropuerto salían autobuses hacia los hoteles, aunque parezca mentira acertamos con el nuestro. Llegamos al hotel y cogemos una habitación triple con desayuno. Hotel moderno de aeropuerto, no estaba mal. Me parece que ni llegamos a cenar, ducha y a la cama.

Al día siguiente no teníamos que madrugar, pero no aguantamos mucho en la cama. Nos metimos un buen desayuno, a ver si aguantábamos hasta Zaragoza. Vuelta a sacar la cartera y nos desean buen viaje.

Cogemos el bus hacia el aeropuerto y a pasar horas y horas allí. Madre mía si se hace larga la espera. Ves pasar a mucha fauna... y tú sigues en el mismo sitio. Al fina cayó un sandwich. Cada cinco minutos a ver los paneles informativos y pregúntadonos cómo habíamos podido perder el avión. Sí claro, te habrán llamado por los altavoces, pero si no estás esperando que te llamen, imagínate cómo pueden pronunciar tu apellido estos guiris. Aunque todos queríamos recordar que sí que habíamos oído algo, pero claro a toro pasado.

Bueno, por fin abren nuestro mostrador y facturamos. Puerta 46. Otra vez escáner y cacheo y rumbo a la puerta 46. Por el camino vamos mirando los paneles (la experiencia a base de golpes enseña), el vuelo a Zaragoza lo cambian a otra puerta, la 42. Llegamos a la puerta correcta los primeros y tarda en llegar la gente (la que llegara porque alguno perdería el vuelo).

Estamos un poco más tranquilos, aunque hasta que no lleguemos a tierra española...

¡¡Por fin!! embarcamos en el avión y a volar. Si no llegábamos a Zaragoza ya no era culpa nuestra. En el aparato gastamos las últimas libras en monedas que nos quedan (que no las cambian los bancos), y eso es fácil con Ryanair: te venden hasta una especie de rasca y gana.

Pasamos los Pirineos y al rato... el avión aterriza y tenemos la tentación de hacer como el Papa, besar el suelo, aunque al final nos cortamos.
Y aquí se acaban las andanzas de tres maños en Londres, que un poco más y no vuelven.

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